martes, 30 de junio de 2020

Catalina de Erauso (1592-1650)

Catalina de Erauso "La Monja Alférez" nace en San Sebastián, Guipúzcoa, España en 1592, es bautizada en la Parroquia donostiarra de San Vicente el 10 de febrero de 1592 y muere en Cuitlaxtla, cerca de Orizaba, Ver., el 30 de junio de 1650; novicia, soldado, conquistador, pendenciera, virgen, lesbiana y viajera; asesina de al menos diez hombres; como novicia de un convento en España, escapó vestida de hombre y sirvió después como paje.
Catalina de Erauso por Juan van der Hamen.

Hija del capitán Miguel de Erauso.  Fue la menor de seis hermanos.  

A los cuatro años, junto a sus tres hermanas, fue internada en el Convento de las dominicas de San Sebastián el Antiguo.  Como era una niña inadaptada y rebelde, la cambiaron al Convento de San Bartolomé, que tenía normas y clausura más estrictas.   Recibió cierta formación y aprendió latín.

A los 15 años, huyó del convento, sin haber llegado a profesar.  

Deambuló por el monte comiendo lo que pudo, se corta el pelo, transforma su hábito en un traje de hombre.  Decidió vivir y vestir como un hombre, usando el nombre de Antonio Erauso.

Llegó hasta Vitoria, donde entró a trabajar en casa de un médico, pariente lejano, que no supo reconocerla con los ropajes de hombre.  

Tres meses después huyó de la casa de su pariente, con el dinero que le robó.  

Se estableció en Valladolid, donde se convirtió en paje del secretario del rey Juan de Idiáquez y se hizo llamar Francisco de Loyola.  

Escapó hacia Bilbao, allí apedreó a unos muchachos que se burlaron de ella e hirió tan gravemente a uno de ellos, por lo que fue encarcelada durante un mes.  

Se trasladó a Estella en Navarra, donde se empleó como paje de un hidalgo.  

Dos años más tarde regresó a San Sebastián.  

Se enroló en la flota que partía hacia América.  

Al año siguiente, cuando los galeones regresaban a España cargados con el oro y la plata americana, Catalina robó 500 pesos del camarote del capitán de su nave y se escondió en el puerto de Nombre de Dios hasta que los navíos estuvieron bien lejos.   

Se estableció en Perú, donde entró a trabajar como ayudante de un comerciante español al que sirvió con lealtad y diligencia, por lo que al poco tiempo estaba al frente de uno de los almacenes del empresario en la ciudad de Saña.  

Tuvo una riña que terminó con un caballero muerto, otro herido y ella en la encarcelada por dar cuchilladas a un hombre.  Su amo la sacó de prisión con el ánimo de casarla con su propia amante, pero al negarse a ello, el comerciante la trasladó a su negocio de Trujillo.  

Un par de meses apareció con dos amigos el caballero al que Catalina había herido, y nuevamente se enfrentron, terminado con otro hombre atravesado por el estoque de la donostiarra y ella refugiada a sagrado en una iglesia.  Para que escapara del cargo de homicidio y de numerosas deudas de juego, su amo logró enviarla a Lima a trabajar en una tienda de un amigo suyo.  

Tuvo relaciones con la sobrina de su nuevo jefe, lo que a le costó el despido.  

Cuando salió libre, se alistó en uno de los enganches que reclutaban soldados para enfrentarse con los indios mapuches en Chile.  

Desembarcó en Concepción bajo la identidad de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán.  

Se encontró con su hermano Miguel, secretario del gobernador de Chile y sin confesarle la vinculación familiar, se hicieron buenos amigos y Alonso se incorporó al séquito personal de Miguel.  

Cuando Miguel se enteró de que su sirviente cortejaba a una amante suya lo envió al Fuerte de Paicabí, una correccional en el frente araucano.  

Sentó plaza como soldado; pronto fue ascendida a Alférez por sus hazañas en la milicia.  

En una de sus muchas trifulcas a causa de su afición a los naipes, atravesó con su espada a otro oficial e hirió de muerte al alguacil que iba a detenerla y siguiendo su vieja estrategia, se acogió a sagrado en el convento de San Francisco, donde permaneció más de seis meses cercado por las tropas del gobernador.  

Una noche decidió salir para ejercer de padrino de un compañero suyo en un duelo, estaba tan oscura que se batieron no sólo los dos que se habían desafiado, sino también sus apoderados; el padrino de la parte contraria al que Catalina hirió de muerte resultó ser su hermano Miguel, quien fue enterrado en el Convento de San Francisco, donde ella se había acogido.  Tuvo que esconderse ocho meses más antes de poder huir a Tucumán en Argentina junto con otros dos prófugos.  

Hizo promesa de casamiento a dos mujeres, de las que tuvo que huir antes de que se descubriese su verdadera naturaleza.  

Llegó hasta la villa de Potosí, donde vivió durante dos años.  Se enrolo en una compañía militar con destino a la región de los Chunchos, tierras en las que batalló a los indios con gran ímpetu.  

Después de acumular todo el oro que pudo, se licenció y se estableció en La Plata (hoy Sucre, Bolivia) como administradora de una viuda rica.  

Fue acusada de rajar la cara a una mujer con una navaja de barbero por vengar a su señora, que había sido golpeada en la cara con un zapato por la malhumorada dama tras una discusión entre ambas.  Huyó de nuevo.  

Se dedicó a comerciar con trigo entre Cochabamba y Potosí.  

Pendenciera como siempre, mató a dos hombres en riñas de juego.  

Fue sentenciada a cárcel por homicidio.  

Regresó a Cuzco.  

A causa de su afición por naipes, tuvo un lance de espadas.  Catalina fue herida de gravedad, pero acabó con la vida de un gigantón apodado "el Nuevo Cid".  

Fue reconocida y detenida en Huamanga (hoy Ayacucho), no sin antes matar a uno de los guardias que querían prenderla y herir a dos más.  

Pidió entrevistarse con el obispo Agustín de Carbajal, al que contó en confesión toda su vida y le reveló el engaño de sus ropas:  "La verdad es ésta, que soy mujer", el obispo mandó a dos matronas que reconocieran a Catalina y éstas certificaron que era doncella.  Tras descubrirse su secreto, el obispo Carbajal pactó que cumpliera su pena en el convento de las clarisas de Huamanga donde vivió dos años enclaustrada.  

Fue reclamada por el arzobispo de Lima y el virrey, ansiosos de conocerla.  

Enclaustrada en el convento de las comendadoras de San Bernardo, vivió en Lima dos años hasta que se supo que nunca había profesado como monja como ella sostenía.  

En 1624 regresó a España, como hombre, haciéndose llamar Antonio de Erauso.   

Catalina escribió o dictó un libro con sus memorias, que fueron publicadas bastante tiempo después en 1829 en París.  

Fue recibida por el rey Felipe IV de España.  Logró el reconocimiento real por sus servicios a la corona.  

Se entrevistó con el Papa Urbano VIII, que le otorgó permiso para vestir y firmar como hombre.  

Pensionada, viajó a la Nueva España.  

Se dedicó con una recua de mulas a trasladar a pasajeros y equipajes desde el Puerto de Veracruz a la Ciudad de México.  
Monumento de Catalina de Erauso en Orizaba, Ver.

En sus memorias asegura que nació en San Sebastián en 1585, pero su partida de bautismo de la Parroquia donostiarra de San Vicente indica el 10 de febrero de 1592.  

En 1629 el dramaturgo Juan Pérez de Montalbán compuso y representó en la corte "La monja Alférez".

En 1944 se estrenó la película "La Monja Alférez" protagonizada por María Félix "la doña", basada en la extraordinaria vida de Catalina de Erauso "La monja alférez" quien fue uno de los personajes más controvertidos del Siglo de Oro español; dirigida por Emilio Gómez Muriel; producida por Francisco A. de Icaza.





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