martes, 12 de febrero de 2019

María Luisa de Orleans (1662-1689)

María Luisa de Orleans nace en el Palacio Real de  en París, Francia el 27 de marzo de 1662 y muere en Real Alcázar en Madrid, España el 12 de febrero de 1689; Nieta de Francia; reina consorte de España (1679-1689), Nápoles, Sicilia y Cerdeña; duquesa consorte de Milán; duquesa titular consorte de Borgoña; Soberana consorte de los Países Bajos como esposa del rey Carlos II de España.

Hija mayor del duque Felipe I de Orléans y de la princesa Enriqueta Ana de Inglaterra.  Nieta del rey Carlos I de Inglaterra.  Sobrina del rey Luis XIV de Francia.  

Su padre Felipe era conocido por su libertinaje y su homosexualidad, así como por sus costumbres extravagantes.


En junio de 1664 nace su hermano Felipe Carlos, al que se le concedió el título de duque de Valois.  

En 1666 el más prominente de los supuestos amantes de su padre, Felipe, caballero de Lorena, empezó a hacer habitual su presencia en la residencia de sus padres y compitió con Enriqueta por el poder dentro de la misma, siendo esto un situación bastante inusual en la época.  Enriqueta consiguió hacerlo exiliar a Roma durante un tiempo.  Pero tras la muerte de esta, el rey Luis XIV le permitió volver a la corte. 



El 9 de diciembre de 1666 falleció su pequeño hermano Felipe Carlos víctima de convulsiones, pocas horas después de ser bautizado con el nombre de Felipe Carlos.

El 2 de agosto de 1667 se cerró el acuerdo matrimonial por razones políticas que había estado negociando el marqués de los Balbases, embajador español, para ser la esposa Carlos de Austria.  Pasarían casi diez años antes de que celebrara la boda por poderes.

Mostró públicamente su descontento con la decisión de enviarla a España e incluso amenazó con hacerse monja.  

El 27 de agosto de 1669 en el Palacio de Saint-Cloud, nace su hermana Ana María de Orleans.

El 10 de septiembre de 1669 en el Castillo de Colombes, falleció su abuela Enriqueta María de Francia. luego de haber tomado una cantidad excesiva de opiáceos como analgésico. Fue enterrada en el Panteón Real en la Basílica de Saint Denis.  Su corazón fue colocado en una urna de plata y sepultado en el Convento de Chaillot.  Su madre Enriqueta de Inglaterra quedó devastada.


El 29 de junio de 1670 a las 5 de la tarde, Enriqueta de Inglaterra tras beber un vaso helado de agua de achicoria, sintió un gran dolor en el costado de su cuerpo y, según los informes, gritó:  "¡Ah!¡Qué dolor!¿Qué voy a hacer? ¡Debo haber sido envenenada!".  Pidió tanto un antídoto como una persona para que examinara el agua de achicoria.  Se le brindaron tratamientos contemporáneos comunes para cólicos estomacales así como diversos antídotos.  Se llamó al obispo Bossuet, quien le administró los santos óleos.

El 30 de junio de 1670 a las dos de la madrugada en el Palacio de Saint Cloud en París, falleció Enriqueta de Inglaterra.  

Diecisiete médicos franceses y dos ingleses, el embajador británico y alrededor de un centenar de espectadores observaron la autopsia, y aunque el informe oficial declaró que "la muerte por cholera morbus (gastroenteritis) causada por la bilis climatizada" fue la causa del deceso, muchos de los presentes no estuvieron de acuerdo.

El 4 de julio de 1670 la princesa Enriqueta fue enterrada en la Real Basílica de Saint Denis.  La reina María Teresa estuvo presente con el rey emérito de Polonia, Juan II Casimiro, y el embajador inglés, el duque de Buckingham.  También estuvieron presentes varios príncipes de sangre.

Por encargo de Carlos II de Inglaterra, el pintor Peter Lely realizó el retrato póstumo de la princesa Enriqueta y obsequiada por él al ayuntamiento de Exeter, donde aún se conserva.


María Luisa de Orleans recibió el cariño de su nodriza, Francisca Nicolasa Duperroy, de la que no se separó desde su tierna infancia.  

Pasó gran parte de su niñez con su abuela Enriqueta María de Francia, Reina de Inglaterra, en su residencia de Colombes. 

El 21 de diciembre de 1671 su padre Felipe se casa con la princesa Isabel Carlota del Palatinado, con quien tendrá tres hijos.

Cuando visitaba la corte de Versalles, disfrutaba de los juegos y la compañía de su primo el delfín Luis (hijo del rey Luis XIV), del que se decía estaba enamorada.   

El clavel, símbolo de amor en este retrato de prometida de María Luisa de Orleáns enviado al rey Carlos II tras haberse concertado el matrimonio entre la Casa Real francesa y la española. Obra de 1679 del círculo de Pierre Mignard. Depósito 

El 13 de enero de 1679 se celebran varias corridas de toros en la Plaza Mayor para conmemorar la llegada a Madrid de María Luisa de Orleans.

El 31 de agosto de 1679 en Fontainebleau, se celebra la boda por poderes entre Carlos II de España y María Luisa de Orleans, que serviría de base de la Ópera Don Carlo de Giuseppe Verdi.  El príncipe de Conti fue quien ocupó el lugar de Carlos II. 
María Luisa de Orleans por Pierre Mignard 1679.

El 3 de noviembre de 1679 María Luisa de Orleans llegó a la frontera del Bidasoa. 

Fue alojada en el Alcázar, un lugar oscuro y sobrio.

En noviembre de 1679 conocía a su esposo Carlos II.

El  11 de noviembre de 1679 en Quintanapalla, cerca de Burgos, España, se celebra la boda de María Luisa de Orleans con el rey Carlos II de España.  No tuvieron hijos.


María Luisa tuvo dificultades para adaptarse a la rígida etiqueta de la corte española.  No le permitían comer en privado, asomarse por las ventanas, vestir a la moda, hacer fiestas, bailes y reuniones; etcétera.  Solo le permitieron tener un par de loros que trajo de Francia.

Llevó un par de loros con los que parloteaba en francés y les hacía repetir aquello que ella decía.

Para asistirla se nombró a la duquesa de Terranova como su Camarera Mayor, siendo la función de ésta atender a la esposa del rey.  La duquesa estaba convencida de que lo que hacían los simpáticos loros era insultarla en francés, además de crisparle los nervios, por lo que decidió mandar envenenarlos.  Al enterarse de la muerte de sus loros, María Luisa se dirigió hacia la duquesa de Terranova y saltándose el protocolo le asestó dos bofetadas en presencia de otros miembros de la Corte.  Al enterarse su esposo Carlos II mandó llamar a su María Luisa, a la que comenzó a recriminarle su acto, a lo que la ella conocedora de lo ansioso que estaba su esposo por engendrar un heredero al trono le contestó hábilmente: "Señor, fue un antojo".


A su inadaptación en la corte española, se sumaron los problemas para consumar su matrimonio, así como  conseguir engendrar un heredero.  Los anuncios de posibles embarazos eran pronto desmentidos y, ante la desesperación del pueblo, la corte y el rey, se llegó incluso a insinuar que la reina se provocaba abortos.

Por las calles de Madrid circulaba una Copla ante la falta de un heredero por parte de la Reina, María Luisa de Orleans:

"Parid, bella flor de lis,
que en ocasión tan extraña
si parís, parís a España;
sino parís, a París."


Junto con su esposo Carlos II y su suegra Mariana de Austria presidieron el auto de fe.


La falta de hijos, fue atribuida a la infertilidad de María Luisa, llegándose incluso a pensar que esta infertilidad había sido provocada por su tío Luis XIV, mediante la administración de brebajes esterilizadores, de los que ella tenía conocimiento.  

Cabalgando, sintió un fuerte dolor en el vientre, que pudo ser por envenenamiento por arsénico pero en realidad parece ser que murió de una apendicitis.  

Cuando supo que estaba al borde de la muerte, piadosa como era, confesó sus pecados, pidió perdón sin saber por qué, y que se celebraran 300,000 misas por el descanso de su alma.

En su lecho de muerte María Luisa le dijo a su esposo Carlos II:  "Muchas mujeres podrá tener Vuestra Majestad, pero ninguna que le quiera más que yo".
Su capilla ardiente en el Real Alcázar de Madrid por Sebastián Muñoz. 

Los médicos de la corte más que descubrir la causa de su muerte, buscaban la causa de su esterilidad, por lo que se sometió su cadáver a una autopsia, que descubrió que María Luisa padecía insuficiencia ovárica lo que le había impedido quedarse embarazada.   

En la corte francesa e dijo que su muerte fue por un posible envenenamiento, que facilitaría un nuevo matrimonio del rey Carlos II con una princesa más fecunda.

Tras su muerte, Carlos II recorría el Alcázar suplicando a gritos su regreso a este mundo, además de escaparse por las noches a llorar sobre su tumba.


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