lunes, 29 de junio de 2020

Ana de Mendoza (1540-1592)

Ana de Mendoza de la Cerda y de Silva Cifuentes conocida como Ana de Mendoza nace en Cifuentes, Guadalajara, España el 29 de junio de 1540 y muere en Pastrana, España el 2 de febrero de 1592; aristócrata española; II duquesa de Francavilla; II princesa de Mélito; II condesa de Aliano; II marquesa de Algecilla; marquesa de Diano; princesa de Éboli; duquesa de Estremera; duquesa de Pastrana; conocida entre sus enemigos como "La Hembra".

Hija única de Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda (nieto del cardenal Mendoza) y de María Catalina de Silva y Toledo.  

Fue bautizada el mismo día de su nacimiento. en la villa alcarreña de Cifuentes 

Pasó la infancia y adolescencia con su tía paterna María de Mendoza.  

En su infancia pierde el ojo derecho, por la punta de un florete manejado por un paje, aunque otros dicen que no era tuerta sino estrábica.  Desde entonces lució con orgullo y elegancia un parche sobre su ojo.

En 1552 y con doce años de edad, contrajo matrimonio con Ruy Gómez de Silva, por recomendación del príncipe Felipe (futuro rey Felipe II).  Su matrimonio tardó en consumarse.

Ana aportó al matrimonio el título de Condes de Mélito, cedido por su padre. 

Ruy intentó colocar en puestos relevantes de la corte española a su suegro, aunque su actuación en los puestos que desempeñó provocó grandes rechazos. 

En 1559 Ruy volvió al lado de su esposa Ana.  Tuvieron diez hijos (Diego, Ana, Rodrigo, Pedro, Diego, Ruy, Fernando, María, María y Ana de Silva y de Mendoza).   

Fue dama de honor de la princesa Juana de Austria y luego de Isabel de Valois (tercera esposa de Felipe II).  


Tenían tan buena relación Ana e Isabel de Valois, que la madre de esta, Catalina de Médicis le regala ó la princesa de Éboli una bella sortija por la dedicación que esta le procesaba a su hija.  

En 1560 nació su hija Ana Mendoza de Silva, duquesa de Medina-Sidonia.

En 1561 el rey Felipe II decidió trasladar la corte de Toledo a Madrid, junto a el se mudaron sus consejeros los príncipes de Éboli a una casa junto al Alcázar, un lugar ansiado por todos los nobles por su cercanía a la residencia real.  A causa de las intrigas políticas, los príncipes de Éboli perdieron su posición en la corte y su estrecha relación con los reyes. 

En 1562 nació su hijo primogénito Ruy II Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, II duque de Pastrana y soldado en Portugal y Flandes.

El rey Felipe II en agradecimiento a su fidelidad les otorgó el título de príncipes de Éboli y duques de Pastrana.  Esto no agradó mucho a las otras familia nobles, que veían con malos ojos que los privilegios y favores del rey Felipe II fueran a recaer en un individuo sin sangre noble como era "El Portugués".  Estos inconformes propiciaron los rumores de una posible relación amorosa entre Felipe II y la Princesa de Eboli e incluso de que el primogénito del matrimonio era hijo del rey.  

En 1564 nació su hijo Diego de Silva, III duque de Francavilla y I marqués de Alenquerquien fue muerto por los turcos en la batalla de Lepanto en 1571.
En 1565 nació su hijo Ruy Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, I marqués de la Eliseda.

En 1566 los príncipes de Éboli se rinden y abandonan la corte rumbo a Pastrana en donde nacieron sus dos últimos hijos (Fernando y Ana).  

En 1569 recibió de su padre, el dominio sobre Pastrana.    
Princesa de Eboli por Sofonista Anguissola.

En 1570 nació su hijo Fernando de Silva y Mendoza, quien se convertiría en religioso franciscano  con el nombre de fray Pedro González de Mendoza.  Fue arzobispo de Granada y de Zaragoza y obispo de Sigüenza.

Tuvo a sus hijas gemelas María Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza y María Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, muertas de niñas.

En 1573 nació su última hija Ana Gómez de Silva y Hurtado de Mendoza, quien  la acompañaría en sus años de encierro.

Solicitó junto con su marido dos conventos de carmelitas en Pastrana, lo que provocó numerosos conflictos con monjas, frailes, y sobre todo con santa Teresa de Jesús, fundadora de las carmelitas descalzas.  

En 1573 falleció su esposo Ruiz Gómez de Silva.  


Cuando enviudó, quiso hacerse monja bajo el nombre de "Ana de la Madre de Dios" y que todas sus criadas también lo fueran, le fue concedido a regañadientes por Teresa de Jesús y se la ubicó en una celda austera, de la que se cansó y se fue a una casa en el huerto del convento con sus criadas, con armarios llenos de vestidos y joyas, además de tener comunicación directa con la calle y poder salir a voluntad.  Las quejas de las monjas y del municipio de Pastrana llegaron hasta el rey Felipe II, quien ordenó a la princesa de Eboli volver con su familia.  Por mandato de Teresa de Jesús, todas las monjas se fueron del convento y abandonaron Pastrana, dejándola sola con sus criadas, lo que la hizo regresar de nuevo a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía tergiversada de Teresa de Jesús, lo que produjo el alzamiento de escándalo de la Inquisición, que prohibió la obra durante diez años. 

Tras salir del convento, desahogó su dolor dilapidando la fortuna que su marido le había dejado a cargo suyo en maravillosos regalos para sus hijos, aunque eso significase tener que vender propiedades.  Tal era el malgasto que estaba llevando que su propio padre le escribió al rey Felipe II rogándole que le permitiese volver a su hija a la corte, sin conseguirlo.   

En 1576 falleció su madre María Catalina de Silva y Toledo.

Su padre, se volvió a casar con una joven que muy pronto quedó embarazada.  Si llegaba a nacer un niño, Ana perdería todos los títulos y privilegios por parte de la rama paterna.  

Ana junto a sus hijos, volvió a Madrid en contra de los deseos del rey Felipe II.  
Princesa de Eboli por Javier Cámara. 

Inició una extraña relación con el entonces secretario de estado, Antonio Pérez, que propició que Ana fuera la mujer mejor informada de los secretos de estado de todo el reino.  

Intrigó para evitar que el rey consiguiera el trono de Portugal utilizando los secretos que Antonio le había proporcionado.  

Se decía que era amante del rey Felipe II, que llegó a ser más que amiga de Antonio Pérez, secretario del rey; estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria (medio hermano de Felipe II).  Se dice que Ana y Antonio Pérez fueron sorprendidos en situaciones comprometidas.  

Hasta uno de sus hijos abandonó en una ocasión la casa de su madre escandalizado por su comportamiento, aunque también pudo ser por un interés personal.  

El 19 de marzo de 1578 en Madrid, falleció su padre Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda.  Ana conservó su herencia.

En 1578 A la muerte del rey Sebastián de Portugal, la princesa de Eboli volvió a colaborar con Antonio Pérez con el fin de apoyar la candidatura de la duquesa de Braganza al trono portugués, oponiéndose así a las pretensiones dinásticas de Felipe II en este mismo sentido.

El 31 de marzo de 1578 Juan de Escobedo fue encontrado muerto de varias estocadas tras varios intentos de asesinato por envenenamiento. Se dice que seis sicarios asesinaron a Juan Escobedo, secretario de don Juan de Austria, por orden del traidor Antonio Pérez en la calle de la Almudena de Madrid.  Juan de Escobedo venía de la casa de Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli.  


Felipe II pudo estar despechado por la nueva amistad de la princesa de Éboli con Antonio Pérez, y habría querido vengarse.  

Fue privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes.  El 29 de julio de 1579 el rey Felipe II la manda arrestar por conspiración.  

En 1579 el rey Felipe II la encerró primero en el Torreón de Pinto, luego en la Fortaleza de Santorcaz.  

Fue privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes.  

Ana y Antonio fueron privados de libertad obligados a permanecer arrestados en su casa.  

El 29 de julio de 1579 el rey Felipe II la mandó arrestar por conspiración.  

En 1581 el rey Felipe II de España y Portugal permite que Ana vuelva a su Palacio Ducal de Pastrana, se le estaba permitido moverse por toda la casa e incluso acudir a la capilla que había dentro del palacio, donde estaría diez años en lo que ella llamaba "una cárcel oscura".  

El rey Felipe II se empeñó en mantener recluida a la princesa de Éboli hasta su muerte.  

Fue enterrada junto a su esposo, en la Sacra Capilla del Salvador, que mando construir Francisco de los Cobos, secretario de Carlos V, y que es el mayor mausoleo civil de España. 






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