Louis-Charles de Bourbon conocido como Luis XVII de Francia nace en el Palacio de Versalles el 27 de marzo de 1785 y muere en la Prisión del Temple en París, Francia el 8 de junio de 1795; Delfín de Francia; rey titular de Francia y de Navarra; duque de Normandía (1785-1789); en 1789 con la muerte de su hermano Luis José, se convirtió en Delfín.
Junto con su hermano Luis José, fueron bautizados el mismo día en la capilla del castillo. Fue ahijado de Luis Estanislao de Francia, conde de Provenza (futuro rey Luis XVIII de Francia) y de María Carolina de Austria (esposa del rey Fernando I de las Dos Sicilias), la madrina ausente está representada por Isabel, hermana del rey.
El 4 de junio de 1789 falleció su hermano Luis José de Francia, duque de Normandía.
En 1789 tras la muerte de su hermano mayor Luis José, se convirtió en Delfín.
El 18 de abril de 1792 habiendo alcanzado la edad de 7 años, y siguiendo la costumbre, el rey Luis XVI de Francia nombra un gobernador para su hijo Louis-Charles: el conde de Fleurieu, exministro de Marina y oficial naval, así como a dos oficiales navales como vicegobernadores.
En 1792 es arrestado junto con la familia real y encarcelado en la prisión del Temple de París.
El 21 de enero de 1793 su padre, el rey Luis XVII fue ejecutado en la guillotina.
Los monárquicos franceses lo proclamaron rey con el nombre de Luis XVII. En su nombre luchó el Ejército Católico y Real en las guerras revolucionarias francesas.
Entre 1793 y 1795 oscento el título de duque de Normandía y fue titular de Francia y Navarra hasta su muerte.
Se le mantuvo prisionero en condiciones infrahumanas y sufriendo continuas torturas, siendo custodiado por el zapatero y revolucionario Antoine Simon.
El 14 de agosto de 1793 el fiscal Tinville lo hace declarar contra su madre, en el tribunal, el niño acusó a su madre y a su tía de haberle incitado a la masturbación y haberle obligado a ciertos juegos sexuales.
Se dice que se encerró al niño para evitar todo contacto con el exterior, lo que desembocó, según la leyenda, en un enclaustramiento inhumano: las ventanas se tapiaron, un tabique impedía el paso al resto de la planta, el preso recibía la comida a través de un agujero. En sus turnos, los celadores se limitaban a un reconocimiento por defecto: a la pregunta "Capeto, ¿estás ahí?", les bastaba con oír la voz del niño para consignar en el informe obligatorio que todo procedía con normalidad.
Cuando Paul Barras fue nombrado comandante en jefe de las Fuerzas del Interior y asumió el poder, una de las primeras acciones fue visitar al preso real. Alarmado por el estado de salud del pequeño, ordenó al Comité de Seguridad General el envío de un médico para "dispensarle todos los cuidados necesarios". El servicio de custodia del prisionero se modificó.
Paul Barras nombró al general Laurent nuevo responsable y este contaría con un ayudante, y cada día un guardia diferente acompañaría a los dos guardianes permanentes. Según relataría años después, durante la Restauración borbónica, en el Temple halló una habitación "con basura acumulada en varios sitios". El niño, recostado en una pequeña cama, presentaba unas rodillas "muy hinchadas, así como los tobillos y las manos".
Las autoridades nombraron al comandante Étienne Lasne nuevo responsable del Temple, pese a las mejoras introducidas gracias a Barras, el estado de salud del niño se deterioraba.
El 16 de octubre de 1793 su madre María Antonieta murió ejecutada en la guillotina.
En 1794 August Nicomedo realiza el óleo "Minerva guiando a un Luis XVII niño hacia la tumba de su padre ante la presencia de Francia y Hércules".
En mayo de 1795 uno de los guardianes señaló que el pequeño Luis presentaba una serie de "malestares de gravedad". El Comité de Seguridad General ordenó de inmediato un reconocimiento médico del doctor Desault, quien describió sus impresiones al acceder al cuarto del enfermo: "Me encuentro con un niño idiota, agonizante, víctima de la miseria más absoluta, del abandono más completo…". El doctor Desault no detectó en el pequeño ninguna enfermedad grave y recetó un cambio de dieta, con aporte de alimentos reconstituyentes, ejercicio, una habitación ventilada y paseos diarios.
A los pocos días, el doctor Desault murió de manera inesperada, se dice que fue por envenenamiento.
El doctor Pelletan asumió el cuidado del pequeño enfermo, cuyo estado empeoró súbitamente.
El 8 de junio de 1795 antes de que el doctor Pelleten, reclamado con urgencia, pudiera acudir, el pequeño Luis moría ante Lasne y sus vigilantes de turno. Desde el Comité, que había sido informado de inmediato, llegó la orden de mantener el secreto del fallecimiento hasta nuevo aviso.
El 9 de junio de 1795 el doctor Pelletan y tres médicos más comparecieron en el Temple, con la mayor discreción, para practicar la autopsia. El doctor Pelletan fue el encargado de abrir el cuerpo y llevar a cabo el examen de las vísceras, y, tal como relataría más adelante, aprovechó un momento de distracción de los demás: "Me atreví a sustraer el corazón… y esconderlo en mi bolsillo".
Durante la autopsia se observó que su cuerpo estaba consumido por tumores y sarna y que había sufrido una total desnutrición. Los facultativos redactaron un detallado informe, concluyendo que el pequeño había muerto a causa de "escrófulas existentes con anterioridad" o sea tuberculosis ósea.
La Convención anunció oficialmente el fallecimiento.
El 10 de junio de 1795 fue enterrado en una fosa común del Cementerio de Sainte Marguerite.
El 16 de agosto de 795 se celebra un servicio fúnebre, con motivo de la muerte del rey Luis XVII, en el ejército de Condé en presencia del señor duque de Berry, el príncipe de Condé, el duque de Borbón y el duque de Enghein. Monsieur es proclamado “Rey de Francia y Navarra” bajo el nombre de “Luis XVIII”.
A partir de su muerte, aparecieron muchos impostores que decían ser Luis XVII de Francia.
El doctor Pelletan cuenta en una memoria que, tras el hurto del corazón, lo colocó en un frasco de cristal con alcohol que situó en la parte trasera de la repisa más alta de su biblioteca. El alcohol fue reemplazado periódicamente. Al cabo de ocho, diez años obtuvo un corazón totalmente disecado, susceptible de ser conservado sin mayores precauciones. Años después, la víscera volvió a un tarro de cristal.
En 1815 el doctor Pelletan presentó la reliquia a Luis XVIII, el nuevo monarca, pero este la rechazó. El corazón pasó por diferentes dueños. Édouard Dumont decidió entregarlo a Carlos María de Borbón, pretendiente carlista al trono español y considerado por un sector del país vecino como legítimo aspirante al francés. Al fallecer Carlos María de Borbón, la famosa urna de cristal pasó a sus descendientes.
En 1975 una de sus nietas, María de las Nieves Massimo, devolvió la reliquia a Francia. Su corazón se depositó en la Basílica de Saint-Denis.
El historiador André Castelot llevó a cabo una minuciosa investigación y consiguió hacerse del mechón de pelo que María Antonieta obtuvo de su hijo antes de su separación y, por otro, con el mechón guardado por el oficial Damont en el momento de la autopsia. Tras una minuciosa comprobación de la autenticidad de ambas piezas, un laboratorio especializado sometió las pruebas a un análisis microscópico: los mechones pertenecían a sujetos distintos.
André Castelot sostuvo que el niño murió en algún momento de su cautiverio y fue reemplazado por otro que expiró a su vez el 8 de junio.
El 19 de abril de 2000 los investigadores el belga Jean-Jacques Cassiman y el alemán Ernst Brinckmann, prueban mediante análisis de ADN, que el corazón que se conserva en la Basílica de Saint-Denis de un niño que murió el 8 de junio de 1795 en la prisión de Temple de París, pertenecía a Luis XVII, hijo de Luis XVI y María Antonieta.
El 8 de junio de 2004 se celebró un funeral en honor a Luis XVII, en el que se colocó la urna en un mausoleo construido para tal fin en la cripta real de la Basílica de Saint-Denis.
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