Lancellotto Avellino conocido como Andrea Avelino o Andrés Avelino nace en Castronuovo di Sant'Andrea, Basilicata en 1521 y muere en Nápoles el 10 de noviembre de 1608; sacerdote italiano; pertenece a la Orden de los Clérigos Regulares o teatinos; es invocado para evitar tener una muerte súbita; el 14 de octubre de 1624 es beatificado por el papa Urbano VIII; el 22 de mayo de 1712 es canonizado por el papa Clemente XI.
Hijo de Giovanni Avellino y de Margherita Appella.
En Nápoles estudió derecho canónico y civil. Empezó a practicar en las cortes eclesiásticas, pero su oficio le envaneció hasta el punto de llevarlo a la disipación. Una vez, después de ganar un proceso legal con una mentira, leyó por la noche en la Sagrada Escritura las siguientes palabras: "la boca mentirosa da muerte al alma". Decidió dejar el oficio de leyes y hacerse religioso.
El 14 de agosto de 1556 entra como postulante en los teatinos de San Paolo de Nápoles.
El 30 de noviembre de 1556 se hace novicio, tomando el nombre de Andrés, el santo del día.
En 1556 el cardenal Escipión Ribiba le confió la tarea de reformar a las religiosas de San Arcangelo de Baiano; este convento tenía muy mala fama, tanto las religiosas como ciertos hombres que acostumbraban visitarlas recibieron muy mal a Andrés Aveili y hasta llegaron a golpearle; todos sus esfuerzos resultaron infructuosos y, finalmente, hubo que suprimir el convento.
El 25 de enero de 1558 toma los votos de la orden de los Clérigos Regulares o teatinos, que san Cayetano había fundado treinta años antes en Nápoles.
Su maestro de novicios fue el beato Juan Marinoni.
En 1559 en Roma, fue recibido por el Papa Pablo IV, cofundador de la orden teatina.
En 1560 fue nombrado maestro de novicios, cargo que ocuparía durante diez años.
En 1570 san Carlos Borromeo pidió al superior general de los teatinos que enviase al santo a Lombardía.
En Milán fundó una casa de su congregación.
Fundó otra casa en Piacenza.
Con su predicación convirtió a algunas damas nobles e indujo a otras a entrar en la vida religiosa; algunos se quejaron ante el duque de Parma, quien le mandó llamar, Andrés Avelino se justificó
ampliamente ante el duque, y la duquesa quedó tan impresionada, que le tomó por director espiritual.
San Andrés Avelino celebrando el Santo Sacrificio de la Misa por Giovanni Lanfranco 1624. |
En 1582 regresó a Nápoles, donde con su predicación convertiría miles de pecadores.
En 1595 confesó a Hippolita Caracciola.
En 1597 la condesa de Altavilla l confesó que hasta los 27 años había estado devaneando.
Acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones.
Escribió tratados y opúsculos de exégesis y ascética.
El 10 de noviembre de 1608 y con 83 años, Andrés Avelino sufrió un ataque de apoplejía en el momento en que empezaba a celebrar la misa y falleció en la tarde de ese mismo día.
San Andrés Avelino en San Paolo Maggiore. |
Su cuerpo fue expuesto en la cripta de la Iglesia de San Pablo, a donde acudieron grandes multitudes; muchos de los presentes guardaron mechones del cabello del santo como reliquias y, al arrancárselos le hicieron algunas cortaduras en la cara, 36 horas después de su muerte, manó sangre de aquellas heridas.
Como su cadáver conservaba el calor natural, hay razones para sospechar que no estaba realmente muerto, los cirujanos hicieron varias incisiones, y la sangre brotó de nuevo durante otras 36 horas; se recogió con cuidado aquella sangre, que cuatro días después conmenzó a hervir. En los años siguientes, el día de la fiesta de san Andrés Avelino, la sangre seca volvía al estado líquido, como sucede con la de san Jenaro en la misma ciudad de Nápoles.
Su cuerpo se conserva en San Paolo Maggiore.
En 1712 fue canonizado, en el proceso se presentó la licuefacción de la sangre como un milagro, pero fue descartado a causa de la insuficiencia de las pruebas, ya que Monseñor Giambattista Pamphili (futuro Papa Inocencio X) declaró que la sangre seca que había en un frasco que se le confió no se había tornado líquida.
"Rezo todos los días un Padrenuestro,
Avemaría y Gloria
en honor de San Andrés Avelino
para que me ayude a tener
una muerte repentina
tan hermosa como la que tuvo él".
Papa Pío XI
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